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¡Beirut como AZF, la química capitalista mata !
¡Prohibición del nitrato de amonio !
Diecinueve años de diferencia, las mismas imágenes, la misma destrucción masiva, el mismo cráter, los mismos horrores - potencia 9 desde que había 2750 toneladas de nitrato de amonio en Beirut, contra "sólo" 300 toneladas en AZF. Decenas de muertes (al menos 150), la mitad de una ciudad destruida, miles de víctimas, cientos de miles de personas sin hogar, una población traumatizada.
En la escala, es la misma que en Toulouse en 2001.
El mismo explosivo también.
Un compuesto utilizado como fertilizante o en explosivos, extremadamente peligroso (como hemos visto). Producto resultante de la industria química y utilizado masivamente, aunque su peligrosidad es bien conocida desde hace un siglo (primera explosión en 1921 en Alemania, una decena de catástrofes conocidas desde entonces). Pero un producto capitalista de alta rentabilidad, a un costo de producción irrisorio, esencial para el agrocapitalismo intensivo (los nitratos). El ejemplo mismo de estas producciones y tecnologías capitalistas en las que el beneficio prevalece sobre todos los riesgos, sobre la salud y la vida humana. ¡La producción de este explosivo tóxico debe ser detenida !
La misma irresponsabilidad del capitalismo en la gestión de riesgos.
En AZF, fue la responsabilidad total de Total con la subcontratación en cascada y la quiebra de todas las normas de seguridad lo que causó la explosión.
En Beirut, el depósito de nitrato procedía de un barco de basura (el MV Rhosus - bajo una bandera de conveniencia moldava), una verdadera bomba flotante en ruinas que fue prohibida de navegar en 2013 en el puerto de Beirut, abandonada inmediatamente por los propietarios del barco, así como la carga. A la espera de un acuerdo legal, la carga había sido almacenada en el puerto y olvidada de inmediato. El transporte marítimo capitalista globalizado, sin fe ni leyes, añadió así su responsabilidad en la explosión del fertilizante tóxico. Por supuesto, la corrupción y el descuido del gobierno libanés, contra el que el pueblo se ha rebelado durante meses, sólo han empeorado las cosas y la rabia es profunda.
Y tampoco en Saint-Malo podemos confiar en el Estado, esta vez francés, por las 60.000 toneladas de nitratos de amonio que pasan por su puerto cada año.
La explosión de las reservas de nitrato de amonio no es un problema libanés.
Es el problema de la globalización capitalista, de la agroindustria, de la química tóxica, es el problema de un modo de producción que debe ser destruido de arriba a abajo, ¡ha demostrado demasiado su peligrosidad para todo el planeta !
Debemos poner fin al capitalismo imperialista. Debemos detener estas producciones insensatas y por lo tanto cambiar radicalmente la forma de producir, las opciones de prioridad, las condiciones de trabajo. ¡Necesitamos una verdadera revolución que nunca se producirá por sí misma y para la cual debemos organizarnos !
¡No hay anticapitalismo sin ecología, no hay ecología sin anticapitalismo !